Con el más grande
El día comenzó soleado y caluroso, habíamos planeado ir a comer con unos amigos, cerca de Cangas de Onís a un pueblecito llamado Sellaño y ahí comenzaron los problemas, porque estaba demasiado lejos de Cangas, llegamos con el tiempo justo y además tardamos en encontrarnos todos los que habíamos quedado. Para colmo no había cobertura, así que el inicio de la comida fue un poco caótico y se retrasó hasta las 15 horas por lo menos.
Después, ya con el tiempo justo, a mitad de la comida, uno de los camareros, le tiró por encima una cazuela de fabada a mi mujer y a Belén, una de nuestras amigas, lo que faltaba, total, más retraso aún y comienzo de un dolor de cabeza atajado a tiempo, con un Neobrufen 400, lo justo para correr.
Salimos con el tiempo apretadísimo para recoger los dorsales que se entregaban hasta las 17 horas en el polideportivo municipal, así que dejamos a nuestras mujeres con la logística, mientras nos fuimos a aparcar el coche en el parkimg situado frente a la estación de autobuses.
Después de cambiarnos, digo cambiarnos porque estaba con Javier, el marido de Belén (la pobre que también recibió la lluvia de fabes) y nos fuimos con el resto del clan para dejarles el embolao de la mochila.
Javier y servidor después de acabar (yo con manta de patchwork hecha por mi mujer a mano, casi ná)
Llegué tarde a la foto del foro de correr Asturias que, esta vez se hizo en un lugar imponente, delante del puente romano de Cangas de Onís, otra vez será.
Por los alrededores de la salida comenzamos a saludar a un montón de gente conocida y ahí saltó la sorpresa. Diez minutos antes de darse el pistoletazo, gracias a Montse y a su marido, mi tocayo Ángel, me pude hacer la foto con el mega crack de Abel Antón, qué tío tan majo, estuvo muy cercano con todo el mundo, dejándose fotografiar una y mil veces, atendiendo a todos los que le requerían, siempre con una sonrisa, en fin, un lujo para todos tenerle en la carrera. Además la hizo relajado y acabó en 1:27 a 4´09´´ el km, fuera de categoría.
La salida fue tranquila y bien organizada, mucho público y un solano que no nos abandonó en toda la prueba.
Salí tranquilo, pero tratando de mantener entre 5 y 5´15´´ el km porque picaba siempre para arriba, así que me uní a un grupillo de gente de Gijón, antiguos compañeros del colegio (Alejandro, Nacho Costales, Pablo y algún otro) con los que compartí los 10 primeros kilómetros aguantando bastante entero.
En la última cuesta del n% de subida, cometí el error garrafal de mirar mal mi GARMIN, vi que en la casilla de las pulsaciones marcaba 195 y me dio un vuelco el corazón, así que decidí parar y ponerme a caminar.
Cuando ya llevaba unos 100 metros caminando vi que las pulsaciones habían subido a 220, así que me puse a caminar aún más suave, hasta que me di cuenta de que lo que estaba mirando era la altitud porque estaba en la segunda pantalla y no en la primera, qué torpe.
Me puse a correr de nuevo porque vi que estaba correcto de pulsaciones, pero ya estaba totalmente desmoralizado, había perdido mi grupo de referencia, un montón de puestos y estaba totalmente fuera de carrera.
Comencé la bajada a buen ritmo, pero enseguida me di cuenta de que mi cabeza no estaba en su sitio, así que a partir del km 16 se me empezó a hacer la prueba eterna, yo que con calor no carburo y encima la cabeza no acompañaba.
En el 19, después de bajar el ritmo hasta 5´20´´ decidí parar porque estaba cansado de correr, cosa que no había hecho nunca en ninguna de las carreras en las que había participado, pero sólo fueron unos metros, porque me puse a pensar que para recorrer esos 2 km tardaría 20 minutos más, así que decidí correr, aunque fuera a 6´el km. Justo antes, me había pasado Javier que me preguntó cómo estaba, tira que voy mal le dije para que no se parara a esperarme.
Comencé de nuevo a correr y me fui animando de nuevo ante la posibilidad de ver a mi familia y amigos que sabía que estarían preocupados por mi tardanza, y acabé llegando en 1h 55´15´´, cinco minutos más que mi peor marca de todos los tiempos, pero para mí eso era de lo de menos (ya había cumplido en Gijón), lo que no me gustó fueron las sensaciones de estar débil mentalmente y acabar asqueado de correr. Creo que voy a pegarme unas vacaciones de competición y que voy a acabar el resto del año entrenando, pero participando en pruebas locales en noviembre y diciembre, maratones y medias hasta el 2011 nada, y mucho menos salir fuera (me vendrá bien la decisión por lo de la crisis).
La prueba del delito
A la llegada, estaba Montse entre la prensa acreditada, haciendo fotos como una profesional y pudo inmortalizar mi momento de resoplido final ( a las pruebas me remito con lo del resoplido).
Todo estaba bien organizado, devolución de chip, comida y bebida y a reencontrarse con el cariño de los nuestros que es, sin duda, lo mejor y más gratificante de todo.
La verdad es que el refrán de que lo que mal empieza mal acaba, se cumplió a la perfección en esta ocasión porque, para finalizar las torpezas, cuando nos íbamos, nos llamó mi padre para pedirnos ayuda porque se había dejado las luces del coche encendidas y tuvimos que empujar para poder arrancarlo, menos mal que iba "sobrao".
Como habréis comprobado el título de la entrada tiene su explicación. ¡Ah!, espero que os compréis Planeta Running cuando salga la crónica, que por cierto, no tiene nada que ver con mi entrada. Ya os avisaré cuando vaya s salir.
Un abrazo y nos leemos.